Comer es mucho más que ingerir alimentos, es una experiencia sensorial donde cuerpo y mente se unen, juegando un papel esencial.  La neurogastronomía tiene mucho que decir al respecto. Y es que: ¿por qué cambia la percepción de un plato dependiendo de dónde lo tomemos? ¿Del entorno, los sonidos o los recuerdos que estos puedan producirnos?

Los ensayos llevados a cabo por esta innovadora ciencia reflejan que el gusto y el olfato no son los únicos responsables de nuestra percepción de la comida. A diferencia de los animales, las personas no comemos por impulso pues, a la hora de comer, entran en juego los sentidos. Gran parte de la información viene del gusto y el sabor pero, también juegan un papel importante la vista, el olfato y/o el tacto. Esto es lo que nos hacen percibir cada plato de una manera diferente: su aspecto, textura (viscosidad, consistencia, dureza), olor, forma o temperatura.

También entran en juego otros factores como: la memoria, las emociones o las expectativas que tenemos a la hora de enfrentarnos a un plato. Además, cuando disfrutamos de una buena comida, no es sólo la comida lo que determina una buena experiencia: el ambiente a la luz de las velas, la música, la mantelería, la vajilla o la cristalería desempeñan un papel importante en las asociaciones mentales que construimos entre la comida y todo lo que la acompaña. Y es que,  el sabor de las comidas empieza a sentirse incluso antes de introducir el alimento en la boca.

Hoy en día, muchos de los grandes chefs de todo el mundo han incluido esta ciencia entre sus prioridades. Conscientes de la importancia de la neurogastronomía y cómo esta puede influir en el éxito de sus platos, ofrecen al cliente elaborados menús que se convierten en una nueva experiencia sensorial. Este es el caso de exitosos chefs como Ferrán Adriá; Paco Roncero y su restaurante Sublimotion en Ibiza; Spoonik, un restaurante clandestino donde los estímulos sensoriales son parte del menú o el Celler de Can Roca en Girona.

Si buscas sorprender a tus invitados, no olvides aplicar los principios de la neurogastronomía y ¡atrévete a innovar con la neurococina!