Cocido, frito, pasado por agua, escalfado, en tortilla… El huevo y sus cociones son un capítulo a parte en el libro de la gastronomía internacional ¿Cuántos tipos conoces?
El huevo es uno de los alimentos más versátiles de la gastronomía. Lo podemos cocinar, para que se convierta en el protagonista del plato, tomarlo como un acompañamiento o simplemente batirlo para aplicarlo sobre masas y hojaldres para dar un toque brillante a empanadas, bollos y galletas.
En este post te vamos a contar los distintos tipos de cocción del huevo para que puedas diferenciarlas y preparar la que necesites en cada ocasión.
Huevo duro
Es la receta más clásica, en la que la clara queda perfectamente cocida y la yema tiene una textura consistente. Para hacer un huevo duro se debe cocer el huevo con cáscara en agua hirviendo durante 8-10 minutos y, una vez cocido, se debe retirar del fuego e introducir en agua helada para detener la cocción. Este tipo de huevo se puede emplear en ensaladas, picadito para introducirlo en un caldo, como un ingrediente más de la ensaladilla rusa…
Huevo pasado por agua
Otro tipo de cocción clásica. En este caso la clara no queda completamente cuajada y la yema queda prácticamente líquida. Para prepararlo se hierve el huevo con cáscara en agua entre 3 y 5 minutos, en función de la preferencia del comensal. Una vez preparado, lo ideal es servirlo colocándolo en una huevera de cerámica, quitándole la parte de arriba de la cáscara, salpimentándolo y acompañándolo de taquitos de jamón frito, croutons o cebollino picado con un chorrito de aceite de oliva.
Huevo mollet
Se trata de una receta similar a la anterior, en la que se cuece en agua el huevo con cáscara durante 5-6 minutos. La consistencia es cremosa y puede ser el complemento perfecto en el desayuno, para añadir un poco de proteína a la clásica tostada con aceite de oliva.
Huevo a baja temperatura
Para preparar esta receta que cada vez es más fácil de encontrar en los restaurantes, se debe introducir el huevo con cáscara en agua a 65ºC durante unos 30 minutos. Cuando se abre la textura será muy cremosa y parecerá crudo, pero estará completamente cocinado. Se puede acompañar, por ejemplo, de un puré de patata trufado.
Huevo escalfado o poché
Para prepararlo debes colocar en un recipiente o bol pequeño un trozo de film de cocina con una gota de aceite de oliva. Se casca el huevo, introduciéndolo en el bol y se envuelve con el film dejándolo como un saquito, cerrado y atado con una cuerda. Se mete el huevo en una cacerola con agua fría y se deja 4 minutos hasta que el agua empiece a hervir de forma suave. Después, se extrae del agua y se saca del film. Con una gota más de aceite, sal y pimienta y acompañado de unos espárragos verdes a la plancha con sal gorda queda un plato espectacular.
Huevo frito
Otra receta de toda la vida, aunque hacer el huevo frito perfecto es más complicado de lo que pensamos. Para prepararlo ponemos abundante aceite (un dedo, aproximadamente) a calentar en una sartén y, cuando esté caliente, cascamos encima el huevo. Para que quede con puntilla y la yema no quede cocinada, vamos bañando el huevo con el mismo aceite de la sartén hasta que esté listo.
Huevos revueltos
Una forma de cocinar los huevos muy común, pero que a menudo se hace de forma incorrecta, lo que hace que los revueltos siempre queden secos y duros. Para que tus huevos revueltos queden más cremosos, el secreto es cocinarlos en una sartén antiadherente a fuego lento e ir moviéndolos lentamente con una cuchara de madera. Puedes, incluso, añadirles un chorrito de nata al batirlos para que queden aún más jugosos.
Huevos en tortilla
En este caso, hablaremos de la tortilla francesa, una cena muy socorrida y que preparamos muy a menudo, pero también de manera incorrecta. La tortilla francesa debe hacerse batiendo ligeramente los huevos, incorporándolos a una sartén antiadherente a fuego medio y moviendo el batido, de manera que se vaya cocinando una parte y la otra quede más cruda. Después se va haciendo la forma de la tortilla, que tiene que quedar con una capa externa uniforme y de color amarillo, sin dorar, y su interior debe tener una textura muy jugosa.
Ahora que ya conoces la diferencia entre los huevos escalfados, escaldados y poché, ¿cómo los vas a preparar hoy?
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