A los buenos cocineros nos encantan las sorpresas. Siempre que descubrimos una textura nueva dentro de la comida que no esperábamos, nos relamemos de puro placer. Es lo que sucede con el plato que te traemos hoy: una tarta de limón y galleta que combina distintos sabores para hacer que tus tardes sean súper divertidas y deliciosas.
Ahora que estamos en verano parece que no apetece utilizar el horno, así que vamos a enseñarte una receta tradicional con la que conseguirás un resultado espectacular enfriando la masa en el frigorífico. Cuando termines tendrás un auténtico recetón para la hora del té (o el helado) o para culminar una comida de celebración con los que quieres.
¿Te han entrado ganas de prepararlo? Pues vamos adelante con el rock and roll. ¡Síguenos!
Ingredientes
- Para la base:
- 250 gr de galletas.
- 100 gr de mantequilla.
- 1 vaso de pan rallado Frumen Natural
- Para el relleno:
- 300 ml de nata líquida para montar.
- 400 gr de queso crema.
- El zumo de 2 limones colado.
- 150 gr de azúcar blanco.
- 5 hojas de gelatina.
- Para la cobertura:
- 100 ml de zumo de limón.
- La ralladura de la piel de un limón.
- 30 ml de agua.
- 40 gr de azúcar blanco.
- 1 hoja de gelatina.
Elaboración
Lo primero que debes hacer es preparar la base de la tarta. Empieza por triturar las galletas de la forma que te sea más cómoda, utilizando una picadora, un mortero, presionándolas con un vaso sobre un plato o metiéndolas en una bolsa de plástico y pasándoles el rodillo por encima.
Pon la mantequilla en un bol amplio y derrítela introduciendo el bol durante unos segundos en el microondas, hasta que veas que está fundida. Echa en el bol las galletas picadas y mézclalo todo bien. Si prefieres utilizar una parte de mantequilla y otra de leche, simplemente derrite la mantequilla y échala a las galletas junto con la leche. También puedes echar el pan rallado Frumen por encima si quieres que tenga más sabor y la base termine siendo aún más grande.
Ahora tienes que vertir la mezcla en el molde desmontable, presionando con la cuchara para que quede una base compacta. Mete el molde en la nevera para que se enfríe bien mientras preparas el relleno de queso de la tarta.
Ahora vamos a preparar el relleno. En un bol con agua fría pon la gelatina para que se hidrate. Saca la nata de la nevera, que deberá estar bien fría, y móntala. Para ello ponla en un bol y bátela con unas varillas eléctricas hasta que esté montada, es decir, bien esponjosa.
En otro bol, más grande, mezcla con las varillas el queso crema con el azúcar hasta que la mezcla sea homogénea y sin grumos. Vierte la nata en la mezcla de queso y azúcar y con ayuda de una lengua de cocina ve mezclándolo todo poco a poco y con movimientos envolventes.
Pon el zumo de limón del relleno (80 ml) en un cazo a fuego medio y cuando esté hirviendo escurre con tu propia mano las hojas de gelatina, échalas al cazo y dale vueltas con unas varillas durante 1 minuto. Vierte la mezcla de zumo de limón y gelatina en el bol con el resto de ingredientes y mezcla de nuevo con unas varillas.
Saca el molde de la nevera y echa la mezcla en él. Vuelve a meter el molde en la nevera y déjala reposar al menos unas 6 horas. Cuando ya esté cuajada la tarta, prepara la gelatina de limón para decorar por encima. Ahora ralla la piel de los limones, echa en un cazo el zumo de limón, 30 ml de agua y 40 gr de azúcar a fuego medio.
Cuando hierva escurre la gelatina, échala en el cazo y mezcla con unas varillas durante un minuto. Retira el cazo del fuego, echa en él la ralladura de limón y mezcla un poco.
Saca la tarta de la nevera y echa la gelatina por encima. Ahora tienes que introducirla de nuevo (esta es la última) y esperar unas 4 o 6 horas hasta que cuaje la parte superior. Y ya podrás servirla, bien fría para estos días veraniegos en los que necesitas un postre a la altura.
Si necesitas otros platos bien dulces que te den alternativas cuando llegan los invitados, puedes probar con este strudel, típico de Alemania, e incluso con unas deliciosas tortitas dulces de pan rallado. Verás cómo, si aprendes a preparar varias opciones según el mood que tengan tus comensales cada día, acabarán alabando tu forma de cocinar. ¡Que aproveche!
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