Aunque se desconoce el origen exacto de la milanesa, sabemos que se trata de un plato propio de la gastronomía de algunos países latinoamericanos como Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay. Sin embargo, gracias a su fácil elaboración y a su delicioso sabor, su receta se ha extendido por todo el mundo. De ternera, de pollo, en forma de cachopo o a la napolitana, la milanesa forma parte del recetario particular de la mayoría de hogares. Y es que con ingredientes muy sencillos, podemos crear un plato que gusta a todo el mundo. Hoy os traemos una receta de milanesa de pollo rellena de jamón, queso y espinacas, muy fácil de hacer e ideal para el almuerzo o la cena. ¡Toma nota!
Ingredientes:
10 hojas espinacas crudas
500 gr de jamón
500 gr de queso
2 huevos
Pan rallado (Frumen Crujiente)
¼ de aceite
Mostaza (opcional)
Pimienta
Sal
Elaboración de la milanesa de pollo rellena de jamón, queso y espinacas:
Empezaremos preparando las pechugas de pollo. Para ello, cortaremos las pechugas por la mitad hasta conseguir trozos más o menos del mismo tamaño. Limpiamos y salpimentamos al gusto. Si buscamos un toque diferente, podemos untarlas con un poco de mostaza (opcional).
A continuación, ponemos una loncha de queso, una de jamón y un par de hojas de espinacas en cada una de las pechugas y enrollamos como si fuera una fajita o unos flamenquines. Para evitar que no se deshagan los rollitos y se salga el relleno, utilizaremos unos palillos.
Es el momento de ponernos con el rebozado. Batimos dos huevos y colocamos el pan rallado en un plato. Pasamos las milanesas por el huevo y el pan rallado y reservamos. Si queremos obtener un rebozado más compacto, podemos pasarlas dos veces, en el mismo orden.
Ponemos el aceite a calentar y freímos las milanesas rellenas hasta que estén doradas por ambos lados. El aceite deberá estar muy caliente para que el rebozado quede perfecto. Cuando estén listas, las ponemos sobre papel absorbente para que suelten el aceite que sobra.
¡Ya están listas para poner en la mesa! Puedes servirlas acompañadas de una buena ensalada, arroz, patatas fritas o puré de patatas. ¡Desaparecerán de la mesa como por arte de magia!
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