Además de congelar, envasar al vacío, encurtir, pasteurizar o almacenar en conserva, también puedes deshidratar para conservar determinados alimentos. La técnica se llama la deshidratación.
La deshidratación es una de las formas tradicionalmente empleadas para conservar los alimentos. En la Edad de Piedra ya era una técnica bastante común y, dado que es un método sencillo y seguro, se ha ido heredando durante siglos hasta llegar a nuestros días, en los que es muy común encontrar alimentos deshidratados, sobre todo fuera de temporada.
Ventajas de deshidratar para conservar
Este método de conservación de los alimentos perecederos consiste en eliminar la máxima cantidad de agua posible que estos contienen, lo que supone varias ventajas:
Tamaño: se reduce el tamaño del alimento en cuestión, por lo que la capacidad de almacenaje es mayor.
Peso: al disminuir la cantidad de agua que contienen los alimentos, también varía su peso, siendo considerablemente menor, por lo que su transporte también es más económico y sencillo.
Consumo: un alimento se puede rehidratar cuando se desea consumir y se guardaría el restante en el mismo recipiente hasta su siguiente uso.
Sabor: el sabor, además de ser más intenso, será siempre mucho más dulce, sobre todo en el caso de las frutas y verduras deshidratadas, ya que aumenta la concentración de azúcares al secarlas.
A través de esta técnica se evita la oxidación y la proliferación de bacterias en los alimentos deshidratados, lo que permite que estos se conserven en perfectas condiciones durante largos periodos de tiempo, incluso años.
¿Qué alimentos se pueden deshidratar para conservar?
Podemos deshidratar para conservar tanto frutas como verduras de todo tipo, además de hierbas aromáticas. Aunque la técnica tradicional sería la del secado de los alimentos al sol durante varios días o semanas, hoy en día contamos con la ayuda de los hornos y los deshidratadores, que nos permiten deshidratar frutas y verduras en un corto periodo de tiempo y sin miedo a que en ellas aparezcan bacterias, insectos y microorganismos que los estropeen.
¿Cómo se deshidratan los alimentos?
Como hemos comentado, existen tres técnicas para la deshidratación de alimentos.
La primera de ellas es la forma tradicional, el secado al sol, que es la más natural pero es mucho más lenta, existe el riesgo de que los insectos campen a sus anchas en el interior de los alimentos y, además, se trata de una fórmula que requiere una meteorología y una temperatura concretas.
Como este primer método no suele resultar del todo cómodo, existen otras dos opciones para deshidratar alimentos en casa: empleando el horno o utilizando una deshidratadora.
Para deshidratar los alimentos empleando un horno doméstico o un deshidratador, primero debes limpiarlos muy bien y, a continuación, cortarlos en rodajas finas de entre 0,5 y 1 centímetros de grosor, para que se puedan deshidratar correctamente, que no quede agua en su interior y que tampoco queden completamente duras y secas.
Si vas a deshidratar verduras, también puede merecerte la pena escaldarlas antes para ir preparándolas para el proceso de deshidratación. Para que las frutas no se oxiden, antes de deshidratarlas puedes sumergirlas en agua con zumo de limón. En ambos casos deberás secar muy bien con papel absorbente de cocina los alimentos después de tratarlos para evitar el exceso de agua.
Para deshidratar los alimentos en un horno doméstico, debes calentarlo a 50ºC-55ºC y mantener la misma temperatura en todo momento (esta nunca deberá superar los 60ºC). Cuando el horno esté caliente, dispón los alimentos ya preparados en la bandeja del horno, sobre una lámina de papel vegetal, y ve dándoles la vuelta cada media hora. Ten paciencia y ve vigilando el deshidratado, pues hasta que finaliza el proceso pueden llegar a pasar hasta 4 horas.
Si tienes un deshidratador en casa, podrás deshidratar una mayor cantidad de alimentos a la vez consumiendo, además, mucha menos energía. Estos aparatos suelen tener varias bandejas dispuestas verticalmente y en ellos se indica el tiempo concreto que se necesita para secar cada alimento.
Después de deshidratar los alimentos deberás almacenarlos en una bolsa de plástico bien cerrada y en un lugar fresco y seco. ¿Y cuándo quieras consumirlos? Tan solo deberás sumergirlos en agua o en el líquido con el que los vayas a consumir hasta que tengan una textura jugosa. O bien, si prefieres hacerlo de una forma más rápida, puedes introducir los alimentos en un cazo con agua hirviendo hasta que se estos se ablanden por completo.
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