Cuando estás disfrutando de una buena comida, con buena compañía, solo falta una parte para vivir la experiencia completa: una buena bebida. De ahí viene la necesidad de entender cómo puedes maridar tus comidas con el vino adecuado, para que puedas disfrutar y hacer disfrutar a tus invitados.
Existen una serie de reglas que se aplican al maridaje, y que te ayudarán a conseguir el resultado perfecto siempre que lo necesites. Debes prestar atención a la acidez o la dulzura del vino, así como al nivel tánico que terminará afectando a su sabor.
¿Quieres conocer todos los secretos del maridaje de tus comidas favoritas? Estamos aquí para ayudarte, así que acompáñanos en esta aventura. ¡Empezamos!
Las 4 reglas del maridaje, al detalle
- Un vino ácido (blancos, rosados y algunos tintos) puede compensar una comida grasa. También pueden hacer que la comida parezca más salada, y el vino parecerá menos ácido si se beben con comidas dulces.
- Un vino tinto con mucho grado alcohólico puede hacer que una comida ligera no sepa a nada, por eso debe acompañarse de comidas más fuertes como carnes, cocidos, etc.
- Un vino dulce va bien con comidas dulces, reforzando ambos sabores. También puede ir bien con comidas ligeramente saladas.
- Un vino tánico (tinto, con sabor fuerte y seco en boca) va bien con comidas muy proteicas y grasas.
Consejos para un buen maridaje de comida con el vino
El tip más importante a la hora de elegir un vino para la comida es pensar en los ingredientes y en el sabor que va a tener.
En el caso de que quieras optar por platos ligeros como una ensalada original con pan rallado, necesitarás un vino suave como uno blanco. Si optas por algo más contundente como unos filetes rusos con carne picada, le pegará más un vino tinto.
Esto se debe a que el vino también está determinado por el grado de peso. Un vino cuyo sabor es intenso, tiene mucho alcohol, una mayor concentración de taninos y lleva un periodo de tiempo prolongado madurándose, por lo que será más pesado al paladar que un vino poco intenso y frutal.
Otro factor a considerar es el proceso de elaboración del plato, que determinará el sabor que tenga y el posible maridaje que le asocies. Por ejemplo, un pescado lo puedes hacer a la plancha o al vapor, lo que hará que su sabor sea más intenso o más suave. En el primer caso puedes acompañarlo con un vino rosado, y en el segundo con un vino blanco.
Pero, ¿y si quieres sorprender al paladar de tus invitados? En ese caso, tendríamos que optar por seleccionar un vino que aporte una sensación fresca y que contenga poco alcohol para acompañar a un plato intenso y de tonalidades picantes. Si pensamos servir un aperitivo con quesos salados, ofreceremos vino con aroma dulce natural.
Como vemos, hay muchas opciones variadas para maridar el menú y podemos jugar bien con la combinación de sabores en el paladar o bien con la mezcla de sensaciones opuestas. Elige el formato que más te guste, y experimenta con ellos para conseguir los mejores resultados para tus comensales. ¡Que lo disfrutes!
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